
Demonios
Íncubos y súcubos
Un íncubo es un demonio macho que ataca a las mujeres, por lo general cuando se encuentra en la cama, excitándolas para que acepten mantener relaciones sexuales. La víctima no despierta en ningún momento, a pesar de que pueden experimentar el encuentro en sueños. El colega femenino del íncubo es el súcubo.
A diferencia del íncubo, que parece un demonio espantoso en la mayoría de las ilustraciones de la Europa medieval, el súcubo es una mujer hermosa y deseable, si bien ocasionalmente muestra alas de murciélago o rasgos demoníacos como cuernos, cola, pezuñas y colmillos.
La primera mención de íncubos y súcubos aparece en la mitología de la antigua Sumeria, alrededor del año 3000 a. de C. Los llitu eran espíritus nocturnos de las tormentas y los vientos que actuaban como depredadores de naturaleza altamente sexual. Al parecer, el padre del héroe Gilgamesh era un lilu, que es un espíritu íncubo.

Demonios medievales
En la tradición medieval europea, los súcubos se aparecían a los hombres durante la noche y los seducían para mantener relaciones sexuales con ellos. Los monjes célibres parecían especialmente propensos a sufrir estos ataques, y solían culpar a los súcubos por sus pensamientos lujuriosos o sueños sexuales. Los súcubos podían succionar la fuerza vital de los hombres, dejándolos exhaustos o incluso quitándoles la vida, y los íncubos eran capaces de poseer a lso hombres y forzarlos a convertirse en depredadores sexuales. Según el Malleus Maleficarum (1486), tratado medieval sobre brujería, la posesión o los ataques podían ser evitados mediante rituales religiosos como la confesión, la señal de la cruz, la excomulgación y el exorcismo.
Los primeros escritores cristianos aseguraban que, puesto que los demonios eran incapaces de reproducirse mediante medios ordinarios, los íncubos se transformaban en súcubos para obtener semen de los hombres humanos, que luego utilizaban para fecundar a las mujeres. Se creía que los niños nacidos de estas uniones tenían poderes sobrenaturales o que eran susceptibles de recibir influencias demoníacas. Merlín, mago de la leyenda del rey Arturo, era considerado hijo de una mujer humana y un amante demonio.

Lamia
En la mitología griega, Lamia era un demonio femenino que seducía a hombres dormidos y devoraba niños. Las descripciones de la criatura varían; algunos afirman que era una hermosa mujer de cintura para arriba y una horrible serpiente en su parte inferior. Los bestiarios medievales la describían con el rostro de una mujer hermosa pero con cuerpo de cabra, pezuñas hendidas y piel cubierta con escamas de los colores del arcoíris, como los dragones.
Según una versión de su historia, la Lamia original era una hermosa reina de Libia que había enamorado a Zeus, rey de los dioses. Hera, celosa reina de los dioses, secuestró y asesinó a los hijos de Lamia para vengarse por aquel idilio. Lamia perdió la cordura, presa de la desesperación, y se retiró a una cueva en la que su ira la transformó en un espantoso demonio que raptaba niños y los mataba succionándoles la sangre. Otras historias cuentan que podía recuperar su belleza y transformarse en un monstruo nocturno que apresaba sexualmente a los hombres.