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En la mitología griega, las ninfas son espíritus femeninos asociados a lugares específicos o determinadas funciones de la naturaleza. En general forman parte del séquito de los dioses del Olimpo, en especial de Artemisa, diosa de la caza. En apariencia, las ninfas son jovencitas hermosas y amables que, a pesar de vivir muchos años, no son inmortales. En efecto, sus vidas finalizan con la muerte del objeto particular al que están vinculadas, como por ejemplo un árbol. Adoradas en grutas y santuarios naturales, las ninfas personifican los poderes fértiles y creativos de la naturaleza, como el fluir de los manantiales creadores de vida.

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Varios aspectos de la naturaleza cuentan con su tipo de ninfa particular:

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  • Ninfas del agua: llamadas nereidas, son similares a las sirenas (véase "seres acuáticos").

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  • Ninfas de la tierra: están vinculadas a regiones geográficas particulares. Las oréades, que habitan las montañas y los barrancos, suelen acompañar a Artemisa en sus expediciones de caza; las alseides protegen las cañadas y las arboledas, en tanto que las auloníades habitan las pasturas y los valles montañosos, en general como séquito de Pan.

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  • Ninfas del bosque: se las identifica con determinadas especies de árboles, y sus cuerpos suele formar parte de los ejemplares en los que moran. Las dríadas están asociadas al roble; las hamadríadas al nogal, el olmo y la higuera, y las melias al fresno.

Ninfas

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